Crónica del golpe del 76 en Argentina








El detalle de las últimas horas del gobierno de Isabel Martínez y los comienzos de una de las dictaduras más sangrientas de América Latina.


Es inminente el final, todo está dicho”. Con esta frase la 6º edición del diario La Razón anticipaba el 23 de marzo de 1976 lo que parecía inevitable: el fin del proceso democrático constitucional en Argentina y la llegada de un régimen de facto encabezado por los tres miembros de las Fuerzas Armadas, Jorge Rafael Videla del Ejército, Emilio Massera de la Armada y Orlando Agosti de la Marina.


Un Gobierno constitucional con las horas contadas en Argentina

Si bien los rumores acerca de la posible usurpación del poder por parte de las FFAA venían sonando desde hacía ya varios días, el propio Videla se lo había negado a la presidenta Isabel Martínez de Perón, quien había mantenido múltiples reuniones con su gabinete para evitar el golpe.
Tras un martes intenso para la viuda del General y pese a los concejos vertidos por funcionarios para que pasara la noche en la Casa Rosada, a los 30 minutos del 24 de marzo decide retirarse a la Quinta de Olivos en el helicóptero presidencial. Nunca llegó a destino, el piloto desvió el vuelo hacia Aeroparque y allí Isabelita fue detenida por tres integrantes del Ejército.

Para la una de la madrugada la Casa de Gobierno y varias reparticiones públicas estaban en manos de los militares. Durante esa mañana se emitieron mediante Cadena Nacional una serie de comunicados acerca de los últimos sucesos y los objetivos del Proceso de reorganización nacional: acabar con la guerrilla, llenar el “vacío de poder” generado por el Gobierno de Isabel Perón y llevar orden a la sociedad.


El comienzo del horror para los argentinos

A las 15:30, Videla, Massera y Agosti asumieron formalmente el control del Estado. Entre sus primeras medidas figuraron la clausura del Congreso Nacional, el reemplazo de todos los ministros de la Corte Suprema, el allanamiento e intervención de todos los sindicatos, la prohibición de cualquier actividad política y la imposición de un régimen de censura a los medios.
No era la primera vez que un golpe de Estado castigaba al país pero el iniciado el 24 de marzo de 1976 se transformó en el más sangriento y cruento de la historia así como posibilitó la ejecución de una serie de medidas económicas que modificaron el rumbo nacional.

Destruir un modelo económico y de mercado

El ministro de Economía, Alfredo Martínez de Hoz -con amplio apoyo del FMI y el Banco Mundial- tomó una serie de medidas tendientes a una apertura del mercado en perjuicio de la industria y el empleo local, el ajuste- traducido en congelamiento de salarios y aumento de precios- y la introducción de la “timba financiera” mediante una ley que promovía las casas de créditos.
Para poder ejecutar el cambio en el modelo de producción de ganancia en el país fue necesaria la instauración de un régimen de terror que consistía en el secuestro, tortura, detención en centros clandestinos y ejecución de miles de personas opositoras al nuevo modelo. Con ese plan sistemático de desaparición se logró romper con todos los vínculos sociales que hubiesen evitado las mayoresmodificaciones económicas instauradas por el régimen de facto. El final para miles de seres humanos fue inminente y nada fue lo que era.





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